lunes, 17 de mayo de 2010

Domus e Insula

Domus:


La domus era la casa unifamiliar romana de familias con cierto nivel económico, cuyo cabeza de familia llevaba el nombre de dominus.1 La erupción del Vesubio en el 79 d.C. que sepultó Pompeya ha conservado muchas de ellas en un magnifico estado y ha permitido a los arqueólogos realizar estudios sobre su arquitectura.
Tras acceder a la casa por un vestíbulo de reducidas proporciones se llegaba al atrio a través de las fauces, elemento característico de la domus, cubierto y con una abertura central llamada compluvium por la que entraba el agua de lluvia que se recogía en el impluvium. El atrio constituía el centro de la vida doméstica, en él se exhibían las estatuas de los antepasados (imagines maiorum) y se hacían ofrendas a los dioses protectores del la domus en el lararium. También tenía lugar en el atrio la salutación a los dueños de la casa. El tablinum (anexo al atrio) era una especie de archivo. Los [triclinio]s (triclinium) eran estancias donde se celebraban cenas y se dedicaban al reposo, los comensales se recostaban sobre los klynai. Los dormitorios se denominan cubiculum. Otras estancias eran la coquina (cocina) y los baños. También existían bodegas subterráneas. A partir del siglo II a. C. comienzan a construirse los peristilos, debido a influencia griega. Eran patios ajardinados rodeados de columnas, éstos iran ganado protagonismo en detrimento del atrio, que pierde su función el el siglo I d. C.


Insula:


Las insulas eran edificios de 3 a 5 plantas en un principio, construidas en adobe y madera pero luego fueron evolucionando a edificios de ladrillo cocido y concreto. Los departamentos se amontonaban unos con otros, eran de planta cuadrada y no poseían un patio interior lo que les otorgaba un complicado acceso. Poseían balcones y ventanas sin vidrio, que oportunamente eran tapiadas con madera durante el invierno para evitar el paso del frio. Simples, rústicos y monótonos hacían que, por la falta de regulación, muchas veces se convirtieran en laberintos de escaleras verticales. La gran mayoría de las insulas carecían de agua potable y baños, lo que obligaba a la gente a acudir a baños públicos y fuentes en el mejor de los caso; o directamente las ventanas durante el invierno o las noches, muy al pesar de los peatones. Muchos accidentes se producían por la cantidad de deshechos y residuos que salían despedidos de las ventanas, muchas veces impactando sobre los peatones descuidados que deambulaban por los márgenes del edificio. Las insulas eran un equivalente, en disposición, a las manzanas actuales pero dispuestas de manera irregular. Los pisos inferiores eran los más costosos y generalmente estos eran utilizados como comercios. Los pisos superiores, de difícil y tedioso acceso eran más baratos e inseguros, sobretodo cuando se producían derrumbamientos de la superficie causando muchas víctimas. Dado esto es que los pisos superiores, antes de las reglamentaciones que veremos más adelante, eran construidos de madera para alivianar la carga del peso estructural.
No todos los departamentos tenían la misma calidad, en comodidades. Como mencionamos los primeros, en el nivel del suelo, eran utilizados como negocios. Los del siguiente piso eran departamentos usualmente más costosos que los demás y se consideraban departamentos de lujo. La mayoría de los habitantes de las insulas pagaban un alquiler. Esto se daba por la característica en la construcción de estos edificios, los cuales eran levantados por un hombre de negocios que buscaba especular con este. Por esta razón era muy difícil encontrar un departamento a la venta o de dueño único.
En las más amontonadas era significantemente difícil el acceso a los departamentos, generalmente una persona tendría que pasar por departamentos anteriores para llegar al suyo. Esto era porque no había pasillos ni corredores en la gran mayoría de las insulas. A su vez las escaleras generalmente eran verticales y pasaban de departamento a departamento. Haciendo que fueran como un laberinto complejo y difícil de sortear para los recién llegados.

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